domingo, 6 de enero de 2013

MIS FAVORITOS: Ezequiel González

A mediados del año 1980 le conocí cuando hacía mi entrada por vez primera a las aulas de la Universidad Nordestana, cuando todavía no era Católica; alto, apuesto, con la cabeza blanca de unas canas prematuras que le realzaban aun mas lo que César Pimentel decía que  tenia: cara de Jefe Grande; conversador, elegante y un don de gente que no creo yo que a la hora de su muerte le haya granjeado algún enemigo. Yo venia de la UASD en Santo Domingo, me transferi a la Nordestana por necesidad familiar  y tal como era, un chico uasdiano sinónimo de "comunista", tira piedra, quema goma, contestatario, me llamo poderosamente la atencion el estilo, la elegancia y la palabra fácil del que a la fecha se desempeñaba como Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nordestana. No pensaba yo que en esta Escuela--si a si se le podia llamar al decanato de derecho de la UCNE, que no llegaba a cincuenta estudiantes--que allí podría encontrar a alguien que pudiera competir en admiración y respeto con mis profesores de la Uasd. Jose Joaquin Bido Medina, Alberto Rincon, José Antinoé Fiallo, Blanco Fernandez, entre muchos otros.

Ezequiel Antonio José María González Reyes, era todo un personaje. Intelectual depurado, abrevado en la amplitud de su biblioteca personal que alimentaba periodicamente con tomos del Club de Bibliófilos de la República Dominicana, con grandes materiales de derecho adquiridos a traves de  los años producto de su aficción por la cacería de nuevos títulos, sus periplos por librerias de la capital y Santiago y cuando su entrañable amigo Manlio Minervino, compañero de juergas y egresados ambos de la "universidad romística de Alcalá de Tenares"--aun cuando Ezequiel abandono el ejercicio a tiempo--, se dedicó a los libros, ese acontecimiento fue un evento promisorio para hacer cada vez mas obesa su biblioteca.

Jurista de acendrada raigambre del buen derecho y conocimientos holístico sobre la ciencia de los romanos, maestro de generaciones completa de abogados, de buenos abogados, pero sobre todo conversador impenitente de largas jornadas de interesantes charlas, uno de los mas brillantes "homo loquens" que he conocido  y con el que tuve la oportunidad de poner a prueba mi escasa erudición para esas épocas y cada encuentro conversacional era todo un espectáculo para mi pues, amen de poner a prueba lo que iba cultivando lentamente, aprendía muchísimo a su lado. Una condición poco común en Ezequiel Gonzalez, era el hecho de que constituía una especie de enciclopedia genealógica y esa virtud la ponía de manifiesto cuando escuchaba tu apellido. ¿José es tu apellido?, Si, los José entraron por el Puerto de Samaná a mediados del siglo XIX... y así me hizo el recuento de la llegada de mi familia y con él supe por primera vez que mi apellido "Jose" es de ascendencia árabe y que fue una deformación de "Joseph", y que a lo mejor fuera el mismo apellido de Flavio Josefo y por ende, tuviera yo la estirpe del autor de los Evangelios Apócrifos.

Era proverbial encontrarlo en los pasillos del Palacio de Justicia, Montecarlo en ristre y con su pose habitual dejando descansar el cuerpo casi totalmente en la pierna izquierda, regularmente después del efusivo saludo, daba una larga chupada a su Montecarlo  y te decía : "¿y qué de tu vidota?" si tenias cosas que hacer, debias dejarlas para otro dia, pues la conversación, ademas de viva e interesante, era larga y tendida. Esto por supuesto le granjeó grandes amigos, sinceras admiraciones y celos normales de aquellos que no entendían que formarse es una larga tarea que nunca termina y la brillantez no se compra en botica.

Visitaba poca gente, a su amigo "Blancón" tradición que continuó con su viuda y sus hijos después del fallecimiento de este, las anecdotas de estas visitas eran famosas e hilarantes, siempre tenia una expresion a piel de labios propiedad de Blancón como solía llamarlo. El Viejo Caya, era otra visita corriente y casi diaria, en la la casa de la José Reyes, donde se desarmaba el mundo y se reconstruía en menos tiempo en que "Dios" los hizo. La plática se desenvolvía entre derecho, política, críticas personales y alcohol, para Jose Florentino--El Viejo Caya--no era concebible una buena conversación sin un pote delante, el sacrilegio de esa religion era hablar en seco como decía cuando no se tenía la quinta esencia de la melaza. A pesar de su estilo desenfadado y maldiciente, creo que El Viejo Caya, a una de las pocas personas que respeto, amen de Don Jose su padre, fue a Ezequiel.

Recuerdo con cariño el dia que llegue a la oficina, cuando ya me desempeñaba como su Secretario, y mi primer comentario fue acerca del poema de Balaguer "La Thebaida Lírica", mi insistencia acerca del significado de lo expuesto por el lider reformista, me ganó el apodo de "Lic. Thebaido de la Rosa". Ezequiel era un as para poner nombre o dar significado a cosas o, por el contrario, bautizar cualquier acontecimiento. Un amigo común que le estaba prohibido el alcohol por recomendación médica, fallece luego de tomar su última cerveza, para el era "morir en olor de santidad". Paciente, analitico, pensante, reservado, pero sobre todo práctico. Pienso que su actitud de "amor y odio" frente al Presidente Balaguer era producto de no compartir su método--Ezequiel era del 14 de Junio y eso significaba en este pais, para esas épocas, persecución, encierro, muerte, intranquilidad y un largo etcetera tan interminable como el maquiavelismo de las mentes que prohijaban esa situación--pero a la vez le llamaba la atención su practicidad.

Nunca hizo politica, solo lo vi en una ocasión participando en un proyecto de mayoría externa que pusieron en practica los seguidores de Salvador Jorge Blanco "La Avanzada Electoral"  y allí fue arrastrado por su prima Margarita, los acontecimientos posteriores a ese gobierno lo demoralizarón tanto que no hubo manera de convercerle nueva vez. Salvador lo desfraudó, nunca lo dijo con esas palabras pero se le sentia cuando se referia a él o a su gobierno. Ezequiel tenia una condición poco común en los seres humanos--en estos tiempos casi imposible de encontrar--colocarse en los zapatos del otro, hacerse cargo de tu situación y comprender cualquier complicación, aun si esta le perjudicaba. Lidiaba con las situaciones mas difíciles y las tomaba por su mejor lado. En una ocasión una pareja de esposos fue a divorciarse, aun cuando estaban presentes ambos, sentados frente a él, no se hablaban sino a traves suyo: "Dr. dígale a él..." o sino "Dr. dígale a ella..." terminada la "charla amena" me dijo "Usted ve licenciado, esos eran enemigos desde el dia que se casaron".

En una ocasión le llamo Doña Guillermina su esposa, en estado de angustia casi total. Michelle la mas pequeña de sus hijas, que apenas contaba con dos o tres años se había caido de un árbol de guayaba en el patio de la casa, su respuesta fue sencilla y práctica "llevala al Centro Médico Guillermina". Terminé el contrato que redactaba en la maquina de escribir--una vieja Underwood con sonido metálico y que perforaba la "o" cuando se escribía, producto del uso reiterado--lo firmó, terminó su cigarrillo y se puso de pie "déjame ver que le paso a Michelle". Asi era: nervios de acero, paciencia de Job. Producto de esta actitud Ezequiel fue uno de los pocos dominicanos que estuvo preso en las cuarenta y no se traumó. Salido de allí, pudo rehacer su vida, no son muchos quienes lo han logrado.

Fue un implacable devorador de libros, era normal que esperara las madrugadas de cada dia leyendo en un rinconcito de la sala de su casa hecho con esa intención. Periódicos, libros, revistas mal dispuestos en un estante como señal de que habían sido tocados por el, nunca abandonó la lectura por eso era un jurista depurado, cualquier tema de derecho que le tocaras el te lo respondía. Hace unos años que ya no esta con nosotros pero no he dejado de recordarlo. Amé a Ezequiel como a un padre, se que a su forma el tambien me tenia cariño y apreciaba mi presencia y mi compañía, aprendí a conocerlo y estoy casi seguro de ello, nunca tuvimos un diferendo, una opinion que nos  enfrentara, el asumía los criterios y las creencias de todo el mundo, defendía los propios pero respetaba las opiniones ajenas. No fue clerical, se acercaba mas a la ciencia o al panteismo que al deismo. Conoció a los filosofos de la antiguedad y de Anaxagoras el tomista, aprendió el materialismo que le permitio a su vez entender el comunismo, no creía tampoco que este último era la solución de los males del planeta pues no era fanatico de nada.

Ezequiel Antonio J.M. González Reyes, era una personalidad atrayente, inteligente, con la que se disfrutaba un momento de charla fascinante y una compañía exquisita para aquellos que admiran el intelecto en cualquiera de su manifestaciones, por eso me prendí de su personalidad desde el mismo momento que aquella tarde de mediados de año 1980 le conocí, desde que se presento con un "Mucho gusto, Ezequiel González".


 


1 comentario:

  1. Excelente. He disfrutado este artículo. Don Ezequiel Antonio,nuestro querido Ton, un hombre íntegro,ejemplo de nuestra generación. Culto y humilde. Este fragmento lo describe:"Asi era: nervios de acero, paciencia de Job. Producto de esta actitud Ezequiel fue uno de los pocos dominicanos que estuvo preso en las cuarenta y no se traumó. Salido de allí, pudo rehacer su vida, no son muchos quienes lo han logrado". Muchas gracias Ezequiel por compartirlo. Mucho gusto Amado Jose Rosa.

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