domingo, 5 de febrero de 2017



EL INENARRABLE ENCANTO DE HACER SOÑAR.
Por: Amado Jose Rosa

A Radhames Polanco, como testimonio 
de vida. De mi vida

Yo tengo una frase que he construido con el tiempo y la experiencia: Los seres humanos somos un setenta por ciento liquido y un 30 por ciento materia, pero en realidad somos cien por ciento utopia, quien no sueña no vive. El oficio del arte requiere tiempo, perseverancia, entrega y, sobre todo, talento, ese talento solo algunos seres pueden darse el lujo de tenerlo realmente. El talento no se adquiere con el tiempo, ni con el trabajo, el talento es algo innato, un “creador” no talentoso puede lograr con técnica, con tecnología, con trucos, con recursos, crear momentos de belleza que siempre serán ficticios, hechos, creados artificialmente pero nunca serán duraderos y siempre le faltara algo, ese hálito de vida que imprime el talento a la obra del verdadero artista.

Cuando la vida se paseaba misteriosa por nosotros, cuando el movimiento cultural en San Francisco de Macorís, respiraba arte por muchas aristas a uno de nuestros mas talentosos artistas se le ocurrió, junto a su mujer, hacerse mecenas del arte. Con Charo, Radhames Polanco creo en el patio de su casa el “Teatro del Arte” que ha sido sin lugar a dudas la obra mas desprendida y certera de un artista de esos que miran mas alla de sus narices y que comprometido como era, decidió dejar su impronta, su talento y sus recursos —pienso que magros, como eran los de todos nosotros—en la conformación de este teatro popular que nos enseño que la vida nace en la representación teatral y que el teatro puede inventar vida y soñar es el mas sagrado de los ejercicios humanos.

Confieso por vez primera de manera publica y a voz en cuello, que yo no sabia ver teatro, que me aburría por demás, cinèfilo como era prefería la magia del celuloide, los efectos especiales y la música estridente de las películas que no esta mal para  disfrutar del arte escénico, pero no conocía el climax que imprimía el teatro al arte de la representación. Cuando este proyecto se inicio, a su alrededor se desarrollaron a su vez gente que puso a prueba el arte del que eran poseedores y el talento que destilaban: Noe Zayas, Ramon Matrille, Yeye Concepcion y un largo elenco de jóvenes francomacorisanos que sintieron el impulso que daba a sus incipiente carrera el Teatro del Arte.

Alrededor de Radhames y su teatro se concentraban nombres de artistas de otros géneros, así no era raro ver en la Calle La Cruz, al poeta Cayo Claudio Espinal, Orlando Morel, Monolito Mora, Ricardo Rojas+, allí conocí a un magnifico fotógrafo Argentino que luego se convirtióo en mi maestro y gran amigo: Hector Capelletti. Los Pintores Papi Peña, Pedro Mata, Rolando Cortorreal, Minelli entre otros no menos importantes. Ese poco espacioso pero acogedor espacio que crearon Claro y Radhames marca un hito en nuestra historia cultural.

Con el tiempo el Teatro del Arte sucumbio a la partida de su creador, los que quedamos no fuimos capaces de prolongar la vida de un proyecto que auguraba futuro promisorio para el arte y cultura de este acogotado pueblo, sumido en la diatriba que nos provee a diario las redes sociales, inmerso en la ingesta etílica, que ha creado falsos artistas arropados de “talentos” espurios y desconocimiento de su “arte”, como dicen por ahí: La ignorancia es atrevida. 

Radhames Polanco es hoy por hoy uno de nuestros mas importantes teatristas, abrevado en el conocimiento que le brindo una escuela europea y con varios premios nacionales de teatro, sigue siendo el talentoso muchacho con “colita” que se marcho de aquí para desandar otros caminos mas comprensivos y con mejor recepción de esa locura interminable que es el arte, el arte inenarrable de hacer soñar.