El buen amigo Adriano Cruz Marte, director del Periódico El Jaya me ha pedido que le escriba unas cuartillas, o aunque sea un breve opúsculo, en el cual pondere mi valoración de la pandemia que azota al mundo producto del virus Covid19.
Para nosotros es inédito el hecho de tener que encerrarnos por semanas en la casa, tener que cambiar hábitos de convivencia social, de relaciones con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, tener que usar nuevos aditamentos que se agregan a nuestro vestuario usual, en fin, es difícil adaptarse a esta nueva normalidad que nos ha impuesto un enemigo invisible, violento y letal como este coronavirus SAR2 mejor conocido como Covid19.
Pero no todo es desgracia, como hombre optimista que soy, siempre busco el lado bueno de las cosas, siempre veo “el vaso medio lleno” porque creo que tras la cortina oscura que obnubila mi visión, siempre habrá una luz que aclarará el panorama, por eso pienso que el encierro también ha tenido sus cosas buenas.
Nos ha permitido una visión interior de nuestra casa y nuestro entorno, ver en que andan nuestros hijos, que hace y cuales son sus intereses que hace falta arreglar, enderezar o cambiar en nuestras vidas y, en fin, nos hace necesario la reunión familiar y la indagatoria de “¿que tu crees?” con cada uno de los miembros de la familia.
Pero sobre todo nos ha permitido vernos como sociedad y esta pandemia ha sido una manera de levantar una sábana que cubría, nuestros descreimientos en las autoridades, en los vecinos, en las informaciones, nos ha permitido vernos como realmente somos: incrédulos, arrogantes, egoístas, poco solidarios—con excepciones bien concretas—cínicos y lleno de una estulticia que nos arropa hasta elevarse al colmo.
A principio del acontecimiento fue muy duro pues nos quedamos sin autoridades locales, enfermaron del virus el Gobernador Luis Núñez, el Director Provincial de Salud Dr. Moricette, El Director Regional de Salud Dr. Garabot, el General de la PN Licenciado Then, el Alcalde electo Siquio NG, el Alcalde en funciones Alex Diaz y en fin un pueblo acéfalo dejado a su suerte—por supuesto no con intención de abandonarlo, sino por las circunstancias—es necesario aclarar esto ultimo.
Para colmo el gobierno central, producto de unas declaraciones dada por ella, suspende en funciones a Mildred Sánchez de la representación del Plan Social de la Presidencia y comienzan a inventar con la Gobernación (en manos de un asistente del gobernador en ese momento) para que haga la distribución de las raciones alimenticias, luego con el Ministerio de la Juventud, según se dijo en su momento, lo que motivo que las quejas llovieran.
Lo único en claro que se puede sacar de todo esto es que la mano solidaria—las excepciones que mencione mas arriba—fueron los amigos de “Fuerzas Vivas”, algunos miembros del comercio local y la familia Rizek y una que otra entidad bancaria, nadie mas se arriesgo a suplir las faltas gubernamentales en medio de esta crisis.
Para una provincia que aporta al producto interno bruto (PIB) y al nivel de remesas que recibe el país, una cantidad considerable, era necesario mayor atención. El plan duarte vino a conjurar un tanto la situación mas, el hecho de que los puestos que fueron interinizados por ausencia de la titularidad que lo ocupaba, fueron cubiertos de una u otra forma y eso llama un nivel de equilibrio en las acciones del gobierno.
San Francisco de Macorís, que ha dicho siempre presente cuando la patria ha llamado a la protesta, a la trinchera, a la defensa de nuestros símbolos y soberanía se vio solo en un momento lo que pudiera parecer increíble, el arrojo y valentía del autentico francomacorisano, esta vez nos traicionó, pues como no luchamos con un enemigo visible en una guerra convencional, hemos copado las calles antes de tiempo, hemos vuelto la cercanía social, violamos el “toque de queda” y luego enfrentamos a la autoridad que procura la vuelta al orden, desobedecemos las sugerencias de higiene (guantes y mascarilla) lo que, cuando solemos, usamos medalaganariamente.
Cada día el espectáculo deprimente y vergonzoso de la gente jugando dominó, gallos, tomando alcohol, viajando a los ríos o “sobajándose” con todos en el mercado publico y aquel improvisado que “atento a mi” hiciéramos luego del cierre oficial del autentico, nos da una imagen de pueblo salvaje, irracional, iracundo, estúpido e incapaz de entender que “quedarse en casa” es lo único sensato.
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